Tras las huellas de los navegantes

Tras las huellas de los navegantes

Por Los Vikingos

Esta travesía es una combinación de naturaleza con turismo activo. Es una prolongación de la excursión “Isla de los Pájaros”, incluyendo el avistaje de fauna, la recorrida de la pinguinera de pinguinos de Magallanes y la navegación por cañadones del período jurásico.

Pero la navegación se extiende por la toda la Bahía Uruguay aumentando significativamente los encuentros con las toninas overas y el avistaje de la avifauna local. Se recorre la colonia de Cormoranes grises de la Península Viedma y de la Isla del Rey, isla que recibió su nombre al ser tomada en honor a los reyes de Holanda.

En la margen norte de la ría, existe una extensa playa de canto rodado donde en 1615 se incendiara la nave holandesa Hoorn de la expedición de Le Maire y Schouten, posteriores descubridores del Estrecho de Le Maire y el mítico Cabo de Hornos. Se desembarca por 2º vez para realizar un minitrekking hasta la cima del cerro Van Noort, nombre con el que fuera bautizado en honor al General Olivier Van Noort que ingresará en la Ría Deseado en 1599. Durante uno de sus viajes de exploración de la costa patagónica le costó la pérdida de una de sus cuatro naves debido a un enfrentamiento con piratas portugueses. Ya en la cima del cerro se accederá a una excepcional vista panorámica de la Ría Deseado en todo su esplendor, circundada por la magnífica estepa patagónica.

Tras el descenso, los viajeros podrán viajar en el tiempo, almuerzo mediante, escuchando las historias más increíbles y heroicas de las que fueron testigos el cerro, las islas y la Ría Deseado.

Recorrido

Barranca de los Cormoranes (Isla Elena); Isla Larga, Isla de los Pájaros, Cdon del Puerto, Ba. Uruguay, Pna Viedma, Isla del Rey, Co. Van Noort, Isla Quiroga, Isla Quinta, Sitio Swift, Puerto local.

Esta travesía incluye toda la excursión “Isla de los Pájaros” para seguir navegando en el interior de la Reserva Provincial Ría Deseado, aumentando significativamente la posibilidad de los avistajes de los delfines, las toninas overas, y avistando numerosas veces las diferentes especies de aves apostadas en los distintos entornos que ofrece esta área protegida. 

Salimos desde nuestro embarcadero hacia la desembocadura de la Ría Deseado y recorreremos el interior de la Reserva Provincial Ría Deseado, visitando la “Isla Chaffers”, “Barranca de los Cormoranes”, “Isla Larga” hasta desembarcar en la “Isla de los Pájaros”. Luego de disfrutar la compañía de los pingüinos de Magallanes, volvemos a embarcarnos para seguir navegando por la “Bahía Uruguay” bordeando la costa norte de la “Península Viedma”, arribando a la “Isla del Rey”, la cual marca el comienzo de la “Bahía Concordia”. En esta zona tendremos la oportunidad de observar nuevamente al cormorán gris, esta ave marina endémica de la provincia de Santa Cruz, para Argentina. Es decir, que si no la avistamos en la provincia, debemos ir a Chile o Perú para poder observarla, buscándola en ambientes de acantilados con abrupta caída al mar. Lo interesante es que cada colonia es diferente. Su ubicación, tamaño, organización, altura de los nidos, cantidad de parejas … cada una es especial y digna de nuestro tiempo.

La “Isla del Rey” antiguamente estaba habitada por conejos, por lo que también se la conoce como “Isla de los Conejos”. Es una pequeña isla, donde cohabitan grupos de aves marinas, especialmente el pingüino de Magallanes y  los cormoranes grises.

A lo largo de toda su costa, como así también de la “Península Viedma”, es muy probable que encontremos divertidos y amistosos delfines como las toninas overas, que suelen acercarse a la proa sorprendiendo al turista con su agilidad y velocidad. Los avistajes son impresionantes y podemos observar e interpretar, con la ayuda de nuestra guía bióloga marina, los distintos comportamientos exhibidos. ¿Te gustaría poder ser testigo de sus técnicas de alimentación? ¿o la interacción social entre ellos? Ni hablar de la relación amorosa y protectora que las madres despliegan para sus crías … la lista de posibilidades es infinita y salimos preparados para recibir lo que la naturaleza tiene para darnos, siempre sorprendiéndonos muy gratamente.

Desembarcamos en el paraje “La Mina”, en cuya playa se incendió la nave holandesa “Hoorn”, de la expedición de Schouten y Le Maire, en el año 1615. Desde allí realizamos una caminata (hiking) hasta la cima del “Cerro Van Noort”, donde podremos acceder a una magnífica vista de la “Bahía Uruguay”, todo lo que recorrimos y de la “Bahía Concordia”, todo lo que nos faltaría recorrer y un poquito más, allá por dónde los Murallones de Acantilados se elevan y estrechan, dejando sólo un canal de agua de mar que zigzaguea solitariamente hasta llegar a lo que se conoce como los “Miradores de Darwin”. Pensar que los detalles de toda esta geografía fue documentada y explorada por grandes naturalistas como Charles Darwin o Perito Moreno, y que sus observaciones pueden ser hoy observadas por nosotros, nos emociona, mostrándonos lo pequeños que somos en la infinitez de esta Patagonia en el cuál nos encontramos inmersos.

En este mirador natural podremos tomar excelentes capturas fotográficas paisajísticas de colores contrastantes y de singular belleza. No faltan las exclamaciones de sorpresa y los momentos de relax y silencio, respirando profundamente y en forma pausada, el aire puro del sur que inyecta una dosis extra de energía, recargando el cuerpo y deseando seguir con la aventura propuesta en esta travesía tan especial.

Luego de la caminata de regreso, nos tomamos un descanso, compartiendo nuestras impresiones, experiencias de viajes y anécdotas, un momento de intercambio mientras compartimos un almuerzo a la canasta en la tranquilidad de la playa. Es el momento especial para dejarse llevar, recostarse sobre los cantos rodados y tomarse unos minutos para desconectarse, viviendo intensamente el aquí y ahora, absorbiendo la Patagonia costera en su mejor versión.

Es así como nos volvemos a embarcar, disfrutando la navegación por el “Cañadón del Puerto”, el más grande de todos los cañadones de la ría. Este es un lugar muy conocido por la presencia de toninas overas, pingüinos de Magallanes y cormoranes grises. Sus paredones acantilados ofrecen todo tipo de refugio y parte de la diversión consiste en descubrir algún inquilino nuevo en los nidos abandonados, construídos hace años. Bandurrias, halcones peregrinos, garzas brujas, lechuzas de campanario son algunas de las variadas sorpresas que nos podemos encontrar.

Si la marea lo permite también ingresamos en el increíble Cañadón Torcido, con su topografía zigzagueante que le da el nombre. Todos perciben esa magia de los paredones acantilados del Cañadón que son surcados por el agua de la marea alta, dos veces al día. Parece estar en otro lugar dice algún nuevo espectador de esta maravilla natural. Es que las aguas de color verde esmeralda combinadas con el color rojizo de los pórfidos jurásicos, le dan un encanto especial. Sumados a la quietud de sus aguas, reparadas de los vientos, la mirada silenciosa pero penetrante de algún tucúquere (buho) y abrazados por un silencio conmovedor lo recorremos maravillados. Tantas sorpresas de gran intensidad en cada rincón de la ría.

Aún estupefactos y gratamente sorprendidos seguimos navegando bordeando la costa norte de la ría, entre más islotes, que también albergan colonias mixtas de aves marinas pero que cada una tiene una impronta particular. Este es el momento en que nos relajamos, disfrutamos de la navegación, observamos e identificamos las especies que ya conocimos en el transcurso de la excursión, saludamos a los lugareños que están disfrutando de la playa, nos sacamos las últimas fotos y nos distendemos con nuestros acompañantes de aventura. Ya empezamos a sentir el cansancio de la travesía y el cuerpo empieza a sentirse más pesado y somnoliento.

Casi llegando al embarcadero vikingo, pasamos cerca del sitio arqueológico “SWIFT”, donde a unos 10 metros aproximadamente, está hundida la corbeta de guerra “HMS SWIFT” desde 1970. Esto nos entusiasma para ir a conocer el Centro de Interpretación del Museo Mario Brozoski dónde la increíble historia del naufragio de la corbeta es relatada con todos sus detalles. ¡Otro atractivo imperdible sin dudas de nuestra localidad!

Dejando atrás a la corbeta, recorremos la totalidad del puerto local, pudiendo tener una vista cercana de los distintos buques pesqueros de altura y fresqueros, mercantes, remolcadores, buques tanques, entre otros, que operan en la zona.

Entre barco y barco, algún lobo marino que descansa en el rompeolas de alguno de ellos nos lleva de regreso a la magia de la naturaleza junto con grupos de petreles gigantes que nadan lentamente, esperando ser recompensados desde los barcos.

Y así, luego de más de 5 horas, llegamos a destino. Festejamos felices y agradecemos el tiempo compartido. Cada uno se lleva una vivencia diferente de la cual fue parte. Historias de viajes. Derrotero de excursiones.

Nos despedimos en el deck de la cabaña vikinga junto a la ría. Una fotos juntos, muchas sonrisas, promesas de volver algún día y seguir recorriendo. Algunos entusiastas siguen con ganas de hablar y retrasan el momento de la partida. Nuestros rostros denotan el paso de las horas, expuestas al sol y al viento. Nuestros ojos brillan felices. Algo cansados pero sumamente recompensados. Puerto Deseado tiene esa gran particularidad. De sorprenderte y superar ampliamente tus expectativas … vengas tantas veces como quieras, su naturaleza tiene el don de regalarnos algo nuevo y es un magneto imposible de ignorar para cualquier amante de la vida al aire libre, de los viajes, de las aventuras, de la naturaleza misma.

 

 

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