Paraíso de Pingüinos
PARAÍSO DE PINGÜINOS
Por Los Vikingos
Comenzamos la travesía con una navegación oceánica de 25 km hacia el sur hasta llegar a la isla, principal atractivo del flamante Parque Interjurisdiccional Marino Isla Pingüino, creado en 2010. Su nombre deriva de la gran cantidad de pingüinos de Magallanes que conforman la colonia, que superan las 10000 parejas…
Con sumo cuidado, realizamos el descenso para comenzar con la recorrida, luego de escuchar atentamente las recomendaciones de uso amigable del área a cargo de nuestra bióloga marina.
Bajo la tutela permanente del faro, comenzamos con la caminata y el avistaje de escúas, tanto pardas como comunes y pingüinos de Magallanes, que van apareciendo al costado del camino empedrado. Así llegamos al pie del mítico Faro Pingüino que se yergue en la parte más alta de la isla, que fuera construido a principios del siglo pasado y que aún hoy sirve de guía a los navegantes. Cerca de él encontramos la Torre Semáforo y las ruinas de la antigua factoría de lobos marinos que data de finales del siglo XVIII. Haciendo un giro de 360°, podemos observar como esta isla de origen volcánico, está rodeada de un anillo de rocas que dificulta la navegación, razón por la cual la Armada Argentina toma la decisión de construir en ella el faro. Este es un punto panorámico inigualable ideal para las tomas fotográficas.
Desde aquí, también apreciamos la Isla Chata, que como bien lo indica su nombre, es plana, siendo el lugar de nidificación ideal de los cormoranes imperiales. A ojo desnudo observamos con facilidad las manchas blancas del guano. El guano es la deyección de algunas aves marinas, principalmente los cormoranes, que posee un gran valor como fertilizante orgánico, por su alto contenido de nitrógeno y fósforo. Sujetos a una explotación sin control por el recurso guanero, las poblaciones de estas aves marinas decayeron en todo el litoral patagónico. Afortunadamente, muchas de sus colonias pasaron a estar incluídas en áreas protegidas, logrando paulatinamente su protección.
En búsqueda del pingüino penacho amarillo
Y ahora ya estamos listos para continuar descendiendo por los cañadones, en búsqueda del pingüino de penacho amarillo. La ansiedad es compartida entre todos los presentes. Es que este recorrido brinda una de las pocas oportunidades que existen en nuestro país de observar en su hábitat natural a uno de los pingüinos crestudos que existen en el mundo. La isla alberga una colonia reproductiva de más de 1500 parejas, siendo la más septentrional de esta especie. Estos pingüinos tienen la particularidad de poseer un penacho amarillo por encima de sus ojos y pueden ser reconocidos a distancia por su característico salto de roca en roca.
Llegamos al balcón superior, donde nos encontramos con estas aves que enseguida te cautivan. Ellos continúan con sus labores diarias, como si uno no estuviera presente. Respetando las indicaciones de Chantal, nuestra bióloga marina, manteniendo las distancias, teniendo cuidado de no obstaculizar sus vías de circulación, hablando bajito y sonriendo mucho, podemos observar infinidad de situaciones. Parejas en pleno cortejo, un ejemplar buscando material para el armado de su nido mientras que otro se lo roba cuando se distrae, la incubación de los huevos, el nacimiento de los pichones y la entrega incondicional de su cuidado por parte de padres … uff la lista es realmente infinita. Y eso sin nombrar las interacciones con las otras especies. Un juvenil de pingüino de Magallanes que se infiltra entre los crestudos es avisado de evitar una próxima incursión, a puro picotazos. Una escúa logra robar un huevo o un pichón, llevándolo lejos de sus padres, que no pueden evitarlo. En el agua, la proximidad a un apostadero de lobos marinos, los mantiene en alerta constante. Sólo si es necesario salir a alimentarse se adentrará en el mar, sino, un baño rápido en las piletas de marea bastará para mantener la impermeabilidad del plumaje.
La verdad es que nuestros ojos no dejan de grabar imágenes y momentos memorables. Sacamos mil y una fotos. Grabamos videos. No parecen suficientes hasta que nos tomamos ese tiempo para observarlos en calma, sumando un montón de características y situaciones que los hacen únicos. Los magallánicos no pierden protagonismo y pasan de aquí para allá entre todos los presentes. Un cocktail de naturaleza increíble. Nuestro corazón rebosa de felicidad. Tanta ternura, tanta naturaleza prístina nos hace reflexionar del impacto que tenemos sobre ella y de la importancia de su conservación. Las conversaciones fluyen, las preguntas, las comparaciones con otras colonias … así vamos bajando del palco superior al intermedio y al inferior, cerca del agua. Cada palco nos ofrece una vista diferente, un evento distinto, algo nuevo para deleitarnos. Es el momento ideal para alimentar nuestro cuerpo también, que después de la navegación y tanta emoción, ya pide un suministro de energía urgente.
El regreso a la playa
El regreso lo hacemos caminando entre el relieve escarpado de los cañadones, apareciendo por detrás de la Torre Semáforo y el Faro Pingüino. Y qué vista panorámica nos espera. Es una explosión de colores. El azul intenso del mar, combinado con el rojizo de la piedra volcánica que se encuentra tapizada porlíquenes de colores amarillentos y anaranjados, el verde o amarillo seco de la Pradera de los Cauquenes… ¡Una locura total! Es difícil avanzar y no retrasarnos… la guía nos espera pacientemente y nos hace de intérprete de muchas de las cosas que vamos encontrando a medida que seguimos caminando. Esto hace que la experiencia sea mucho más completa y gratificante, entendiendo cómo se maneja la naturaleza, sus razones, su ritmo, sus sincronicidades… quedamos maravillados e invadidos de una sensación de plenitud difícil de describir.
Y ya entramos en lo que se llama la Pradera de los Cauquenes, estas aves parecidas a los gansos, que forman grandes bandadas que es posible divisarlos a lo lejos. El macho de color blanco se destaca enseguida, mientras que la hembra, de coloración amarronada se camufla con el entorno. Entre ellas se encuentran las escúas, que defienden sus nidos y pichones con gran convicción. Eludirlas pasa a ser entre divertido y un susto mayúsculo para algunos pocos… Chantal nos avisa con anticipación y como ella va adelante del pelotón, nos reímos de cómo estas aves le hacen vuelos rasantes sobre su cabeza. Ya sabemos que simplemente levantando nuestros brazos y moviéndolos fervientemente vamos a convencerla de alejarse. Si no logramos disuadirla lo mejor es agacharse y dejarla pasar … lo más probable es que ella retome su misión de alejarnos de su progenie, la cuál se agazapa indescubrible en algún lugar cercano a nuestra ubicación.
Sorteamos estos encuentros inesperados con un pequeño shock de adrenalina que nos despierta y nos dan ganas de seguir recorriendo la isla. Ya estamos en los últimos tramos del recorrido y de esta experiencia fenomenal pero sabemos que todavía hay más por disfrutar. Es el momento de los lobos marinos de un pelo. Toda la playa norte de la isla está tapizada de estos enormes pinnípedos. Pero para nuestra sorpresa son todos machos. O muy jóvenes o muy viejos para estar en la colonia reproductiva apostada en un islote cercano. Estos majestuosos leones marinos que pueden alcanzar los 450 kilos y 2,5 metros de longitud descansan apaciblemente en la playa de canto rodado. Los más jóvenes juegan y se entrenan en peleas ficticias a la espera de la llegada de su momento para enfrentar a los adultos alfa de la colonia. Los más viejos, ya fueron desterrados y están en el ocaso de su ciclo vital. Los ojos expertos de nuestra guía nos indican la presencia de elefantes marinos del sur. ¡Otra especie más! ¿Dónde están? ¿Cuál es? La bombardeamos con preguntas, que ella va contestando a medida que nos ayuda a encontrarlos. Son enormes, parecen rocas y apenas se mueven. Están dispersos entre los lobos. Es que ellos ya terminaron su temporada reproductiva de octubre y es momento de alimentarse y cambiar el pelaje, proceso que se llama “muda”. Entonces están muy tranquilos, regulando la energía, reaccionando más que nada a la molestia de sus convivientes y al exceso de calor. Su nombre deriva de la trompa que exhiben los machos adultos, la cual les da un aspecto rudo inspirando mucho respeto.
La vuelta a Puerto Deseado
Mientras nuestro cerebro procesa todo lo que seguimos avistando, nos preparamos para la navegación de regreso a la ciudad de Puerto Deseado. No nos queremos ir. Queremos hacer el recorrido nuevamente. Preguntamos chistosamente si nos pueden dejar y volver a buscar al día siguiente … si fuera posible, sin duda que lo haríamos. Pero Chantal nos anima. Tanto durante el viaje de ida como el de vuelta, podemos avistar las simpáticas toninas overas y los delfines australes. Ambos cetáceos se caracterizan por ser muy sociales y acompañar las embarcaciones durante su recorrida. Y así nos los encontramos! Tremenda sensación de felicidad que te dan estos delfines. Como torpedos, las toninas overas, los pandas del mar, surcan a toda velocidad las aguas para posicionarse delante del bote, como queriendo ganarle la carrera. Que desde ya lo hacen. Otras barrenan las olas, dan saltos limpios delante nuestro… es un show de acrobacias y agilidad indiscutida, que nos tiene totalmente cautivados. Todos queremos la foto, es un poco difícil pero ayudados por el timing que nos van marcando Claudio y Chantal, a la cuenta de tres, sacamos las fotos… tarde o temprano tienen que salir a respirar, y ellos ya los conocen y pueden en la mayoría de los casos, anticiparlos. Los delfines australes son mucho más grandes y super veloces, su presencia se hace notar regalándonos otra dosis de felicidad.
Además, para los amantes de la observación de las aves o birdwatching, se pueden observar aves pelágicas como los albatros ceja negra, los petreles gigantes del sur, las pardelas, las bandadas de cormoranes imperiales, los gaviotines sudamericanos… un festín más que abundante y diverso para complacer al más exigente de los observadores.